El paradigma de los cuidados y la relación directa con el medio ambiente

Como muchas y muchos sabéis, el estar en paz con una misma, con uno mismo, permite estar en paz con su entorno. De esta manera, la vinculación entre el cómo estoy yo y cómo me relaciono con mi propio entorno es estrechamente relacional y bidireccional. Por eso, hoy me apetecía hablaros del paradigma de los cuidados y su relación directa con el medio ambiente.

El paradigma de los cuidados y el medio ambiente

Cuando paramos a vernos, observarnos y mirarnos con ternura y detenimiento, podemos extrapolar esta acción hacia afuera, permitiéndonos establecer una dinámica diferente a la urgencia, la prisa y el no deleite, de mi día a día. Con esto no quiero decir que haya que pasar por la vida de puntillas y convertirnos en meros observadores y observadoras. Más bien, todo lo contrario. Al parar, al elegirnos conscientemente y decidir cómo nos queremos relacionar con nuestro entorno, justo en este preciso momento, estamos haciendo una reivindicación de los paradigmas de los cuidados como tal, ya que, si elijo cuidar, respetar y ofrecer desde la empatía una manera de estar en este mundo y en consecuencia una sintonía con mi entorno, elijo estar realmente en el paradigma de los cuidados.

Si bien es cierto, que a veces esto no ocurre así, este será un buen momento para parar a observar qué está pasando y dónde necesito realizar ciertos cambios para empezar a ser protagonista de mi historia y, por ende, de la historia que quiero poner en práctica. Y así, crear un diálogo entre mi decisión, mi manera de estar y mi manera de hacer, que generará cambios importantes. Una vez, un profesor me dijo: “hacen más ruido cuatro árboles que caen, que mil que crecen”. ¿Cuál quieres ser tú?

Cuerpo cual árbol

Pero ¿cómo se hace esto? ¿Cómo hago si el ritmo frenético del día a día me arrasa y me deja desvinculado de esta decisión? Pues bien, te propongo lo siguiente. Y es, que me gustaría que te imaginaras como un árbol. No sé si has leído el libro La Vida Secreta de los Árboles, de Peter Wohlleben, en el que habla de cómo los árboles se interrelacionan entre sí. De cómo sienten. De cómo se comunican. Entonces, te voy a pedir que sintonices con tu cuerpo, te pongas descalza en cualquier espacio de tu sala, de tu habitación, de tu despacho… Y que sientas como si los pies fueran las raíces. Las piernas y el abdomen, hasta la zona del esternón, fueran el tronco. Y tus brazos sean las ramas y, por último, la cabeza sea la copa.

Los árboles utilizan toda su capacidad y todo su volumen para convertirse en receptores de información. Igual que nuestro cuerpo, nuestra piel, al final, es un grandísimo receptor de información y muchas veces le pasamos inadvertidos e inadvertidas.

Cuando hablamos desde el paradigma de los cuidados me gusta mucho plantear este enfoque de los árboles para vernos dentro de este elenco de protagonismo. Porque, cada uno de nosotros, de nosotras, vamos comunicando sin darnos cuenta, por la posición de nuestro cuerpo, nuestro gesto, nuestra sonrisa, nuestra mirada… Y vemos cómo esto puede generar espacios de bienestar, espacios de calma, espacios de no calma, espacios de vulnerabilidad, espacios de violencia…

Si fueras este árbol, ¿qué tipo de espacio te gustaría habitar? ¿Qué tipo de árbol te gustaría ser? Esto parece ridículo, el plantearlo como seres humanos, ¿no? Pero, vamos a hacer esa pequeña reflexión. Visualízate. Pon un nombre a tu árbol y, si no existe, invéntalo. ¿Cómo te sientes? ¿Dónde te ves? ¿Por qué, entonces, si estamos tan conectados con este pensamiento y con esta evocación, el sistema pervierte esta conexión que tenemos con la naturaleza y nos hace vivir entre el cemento? Vivir tan encerrados en pisos donde no vemos a nadie, donde no podemos respirar el olor del césped o de la hierba fresca, ese olor a petricor…

¿Crees que esto nos beneficia o que no? Vamos a seguir reflexionando sobre esto. ¡Cuéntame cómo percibes tú esa relación entre el paradigma de los cuidados y el medio ambiente!