Maternidades deseadas y no alcanzadas

Como muchas de vosotras sabéis, ser o no ser madre es una cuestión de valor en la sociedad en la que vivimos, crecemos y nos desarrollamos emocionalmente. Pero… ¿Qué pasa cuando tus deseos no se pueden hacer realidad? ¿Quién te ha ensañado a manejar la frustración, la ira, la desolación cuando este deseo está íntimamente ligado con el deseo de ser madre?

Hoy me gustaría ser altavoz de mi propia experiencia, de mi búsqueda personal de esa salud emocional que perdí durante un larguísimo periodo de tiempo, mientras luchaba contra mí misma ante la imposibilidad de poder gestar un bebé. Digo luchar, porque mi yo deseante sólo quería tener entre sus brazos un bebé, una bebé que me mirara como en las revistas. Esas fotos que no sólo están en las revistas, sino también en los pasillos de los hospitales, áreas de fertilidad y clínicas, claro está. Dónde te recuerdan todo el rato, esto que tú no tienes. Y aquí empieza la trama.

Hoy, gracias a dar espacio a la autoescucha puedo estar aquí delante de ti, delante de mí, delante de nosotras, desde una salud emocional trabajada para ser capaz de contarte mi experiencia, no sólo a través de este post, sino a través de un libro, un relato que escribí y publiqué en 2022 llamado “ROTA. Cómo iba a llamarlo, si no… sí así era como me sentía.

ROTA por dentro y ROTA por fuera, hasta que pude entender que el ser o no madre, dependía única y exclusivamente de dónde pusiera el foco de mi deseo, ante todo y sobre todo dando satisfacción a este o marcándome unas líneas rojas que entendieran que cuidarme era una prioridad. Suena muy bien, pero no ha sido nada fácil, os lo puedo asegurar.

Ponerme a mí como prioridad de salud me llevó a decidir no seguir adelante con los tratamientos de fertilidad, a enfrentarme a mí misma desde la más profunda oscuridad y entender que, desde esa desesperación y rabia hacía mi misma, no podría gestar y, si lo hiciera, no podría maternar como siempre había soñado hacerlo. Así que me planté, busqué ayuda y hoy estoy aquí, gritando a los mares que SÍ SOY VÁLIDA como mujer NO MADRE.

La búsqueda de la salud emocional me llevó a no enfermar ni desprotegerme ante el maltrato físico, social, emocional y psicológico que conlleva estar ahí, en las salas de fertilidad, rodeada de gente y a la vez sintiéndote tan pequeña, tan desprotegida…tan vulnerada…, tan SOLA. Un espacio altamente patriarcal, donde el único objetivo es rellenar el número de mujeres que consiguen gestar en sus consultas, pero que apenas saben cómo están, qué están viviendo y, sobre todo, cómo se sienten en estos momentos de alta precariedad de salud mental.

Sigue siendo un enorme tabú social decir en voz alta que soy infértil y he elegido no seguir maltratando mi cuerpo para poder ser madre. Al igual que durante años se nos negó la oportunidad de decidir cómo menstruar, cómo vivir nuestra sexualidad y, por supuesto, cómo parir, pues, con este escrito, quiero incorporar a esta lista un no podrán decirnos cómo decidir seguir o no adelante con una in-vitro.

Muchas de las que nos encontramos allí, vamos desde la más profunda tristeza, sin apenas dar espacio a preguntar en las consultas temas tan relevantes como:

¿cómo me pueden afectar las hormonas?, ¿los tratamientos?, ¿el profundo intrusismo en nuestros úteros? Sólo nos dejamos hacer porque, muchas veces, cuando compartes tus miedos, allí donde se supone que te acompañan te encuentras frases como “no seas infantil, cómo va a pasar eso, tonterías”. “No te preocupes, todo saldrá bien”. “No es nada, sólo estarás inmunodeprimida 9 meses”.

Perdón, pero… ¿alguien escucha esto, y de verdad no siente una alarma?

No me lo creo. Creo que el tema es desde dónde me propongo yo como foco y desde dónde me permito decir NO.

No soy una niña asustada, soy una mujer queriendo conocer, saber, para decidir qué opción elijo conscientemente. ¡Aquí empezó mi revolución de los cuidados!